Oratorio del Rosario de Santo Domingo

Piazza San Domenico. (Abre el mapa)
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Descripción

Construido en 1573 por la Compagnia del Santissimo Rosario fundada en 1568, a la que pertenecían artesanos e importantes comerciantes como Pietro Novelli y Giacomo Serpotta.

Es considerado uno de los oradores más elegantes y ricos de la ciudad por la maravillosa decoración de estuco, realizada por Giacomo Serpotta, y por la presencia de valiosas pinturas del siglo XVII de autores flamencos, entre ellos Van Dyck. Escuela de italiano, siciliano y caravaggio. Se accede a través de un antioratorio con el altar del crucifijo; La habitación rectangular tiene un pequeño sombrero justo. En las paredes se extiende la secuencia de pinturas, ejecutadas en la primera mitad de los años 600 por varios pintores, con la representación de los Misterios del Santísimo Rosario, alternados con las esculturas de las Virtudes cristianas, preparadas por Giacomo Serpotta.

En la pared de la entrada se encuentran: la "Resurrección", el "Descenso del Espíritu Santo", de Pietro Novelli, la "Ascensión de la Virgen" y "Santa Catalina". En la pared derecha están: la "Oración en el jardín", la "Flagelación", la "Coronación de espinas" y la "Ascensión al Calvario" de artistas flamencos y la "Crucifixión" de la escuela de Van Dyck. En la pared opuesta se encuentran: la "Anunciación", la "Visitación" de Guglielmo Borremans, la "Natividad" y la "Presentación en el templo" de Pietro Novelli y la "Disputa entre los médicos" del propio Novelli.

En el altar mayor se encuentran las "Madonna y los santos" pintadas por Antonio Van Dyck en 1628. Esta obra tuvo una gran influencia en la pintura siciliana del siglo XVII y fue el género más popular para los oradores de empresas ricas. que compitieron para ganar las obras de los artistas más reconocidos y mejor pagados.

La decoración escultórica cubre las paredes dejadas libres por las pinturas con armonía y organicidad; un amplio repertorio escultórico anima el aula simple, con figuras de querubines, damas y caballeros, todos perfectamente definidos con una gran cantidad de detalles y arreglados con una elegancia magistral para fundirse en un solo organismo compositivo. Estos se alternan con las estatuas de las doce virtudes, una verdadera obra maestra serpottiana en la que se revela la vena clásica del autor.